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¿Siguiendo el plan? No hay ningún plan; la vida no puede planearse

Vivimos en una sociedad que valora la planificación, el control y la previsión. Desde una edad temprana, se nos enseña a establecer metas, a trazar un camino y a seguirlo de manera disciplinada. Sin embargo, esta mentalidad puede ser una ilusión, una que nos lleva a creer que tenemos más control sobre nuestras vidas de lo que realmente es posible.


La vida, en su esencia, es impredecible.

La naturaleza misma de la existencia está llena de incertidumbres: desde pequeños eventos que alteran nuestro día a día, hasta grandes cambios que transforman por completo nuestras vidas.


La incertidumbre, en su definición más técnica, se refiere a la incapacidad de asignar probabilidades definidas a las consecuencias de nuestras decisiones. Las teorías que exploran este concepto sostienen que, aunque podemos identificar posibles resultados de nuestras elecciones, no podemos predecir con certeza cuál de ellos ocurrirá. Este tipo de incertidumbre es omnipresente en la vida diaria: desde decisiones triviales como qué canción escuchar camino al trabajo, hasta decisiones trascendentales como cambiar de carrera o mudarse a otro país. En todos los casos, nos enfrentamos a un abanico de posibilidades, sin poder determinar cuál se materializará.


La vida misma es un vasto océano de posibilidades infinitas, un espacio donde las variables son tantas y tan complejas que ningún ser humano podría jamás concebirlas todas. Cada decisión que tomamos no solo afecta nuestro presente, sino también desencadena una serie infinita de consecuencias futuras, muchas de las cuales nunca llegaremos a ver o comprender.


Es como un efecto mariposa eterno y expansivo

Aunque la incertidumbre es una parte inmutable de la experiencia humana, nuestras acciones pueden influir en el rango de posibilidades que enfrentamos. Tomemos, por ejemplo, la decisión de estudiar medicina. Al hacerlo, una persona no elimina la incertidumbre de su futuro, pero sí reduce el espectro de posibles consecuencias. Es más probable que alguien que estudia medicina se convierta en médico que alguien que no lo hace, pero esta probabilidad no es una certeza. Aun así, al tomar esta acción, la persona está buscando reducir la incertidumbre sobre su futuro profesional, orientando su vida hacia un camino más previsible.


Este tipo de acciones son esenciales para la experiencia humana, ya que nos proporcionan una sensación de dirección y propósito. Nos ayudan a construir un marco dentro del cual operamos, un conjunto de expectativas razonables que nos permiten planificar y tomar decisiones. Sin embargo, es crucial recordar que nuestras acciones pueden influir en las probabilidades sin jamás ofrecer garantías absolutas.


La ilusión del plan en la vida: un ancla en el caos que siempre nos mantiene a flote pero nunca nos asegura la dirección.


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A través de la reflexión cristales rotos

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Soy una escritora apasionada por explorar las complejidades de la experiencia humana en un mundo lleno de incertidumbre. A través de mis ensayos, te invito a reflexionar sobre la vida y sus paradojas.

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